He aquí uno de los films de acción más representativos no ya de los 80 sino del propio género, además de constituir junto a ‘Predator’ un pico de excelencia en la carrera de ese austríaco demente y arribista llamado medaperezamirenelcarteldearribaporfavor. Este divertidísimo buffet de violencia hay que debérselo a la unión de dos nombres clave en esto del if they move, kill ´em: Joel Silver, inteligente y desvergonzado productor (desde que entiende el negocio como se hacía en los años dorados de Hollywood), y el no menos desvergonzado (y deliciosamente vergonzoso) paria de la serie B Mark L. Lester, responsable de títulos totémicos como ‘Class of 1984' y secuela, ‘Extreme Justice’ (un retorno a los postulados Cannon en pleno 1993) o aquella reunión de titanes llamada ‘Showdown in Little Tokyo’.
‘Commando’ es lo máximo de lo máximo, una sucesión de muertes creativas+venganza personal filtrada por un humor cafre y troglodita que se abre con un prólogo poco concesivo donde se nos muestran los peligros de sacar la basura en mal día o trabajar en un concesionario de coches. Tras esta displicente introducción vendrá una breve e idílica postal llena de melosos paseos por el monte, chapuzones y helados entre John Matrix y su hija Jenny (Alyssa Milano, afianzando su carrera en el delirio desde sus mismos inicios mucho antes de la estomagante ‘Charmed’). Como no podía ser de otro modo, y para justificar el rocoso acento inglés de Schwarzanegger, asisitimos a un cenutrio diálogo donde a santo de Boy George Matrix cuenta el efecto que el rock tuvo en su Alemania (Oriental) de origen ["No sé, debe ser subversivo..."]. Y sin venir a cuento y apartando de su cara un asqueroso sandwich de receta yanqui, Matrix huele literalmente el peligro.
Pero no, se trata de su mentor el general Franklin Kirby, quien acompañado de un equipo de prescindibles soldados llega al refugio montañés de Matrix para protegerle del, ahora sí, inminente peligro.
Una secuencia genial donde el olfato de Matrix para anticiparse a la visita de mercenaria gentuza centroamericana vuelve a ponerse de manifiesto, además de mostrarnos cómo sólo Schwarzie puede empujar colina abajo un 4×4 con tal de salvar a su hija. No tardará en ser reducido por un grupillo de matones y comprobar sorprendido cómo su viejo amigo Bennett, un villano tan o más carismático que el héroe, sigue vivito y coleando. Así nos enteramos de qué coño iba el prólogo y de las motivaciones de un tal señor Arius (más bien Sudakius),
quien pretende utilizar al one-man-army Matrix para asesinar al presidente de la bananera república de Val Verde. Grave error, que diría Jack Slater.
Tras introducir a Matrix en un avión y asistir a una secuencia a lo ‘Aterriza como Puedas’ de lo más divertida, el tipo salta en pleno vuelo, enciende la cuenta atrás en su chulísimo reloj (la que se vendieron en su día) y se va, esbirro por esbirro, en busca de su queridísima hija. Gracias a una inocente azafata llamada Cindy (Rae Dawn Chong, nota sexy e hija del porreta amigo de Cheech) sigue a Sully hasta un centro comercial donde se da una secuencia que seguramente inspiraría a Kevin Smith para crear ‘Mallrats’. El primero en caer de la función será el tal Sully (David Patrick Kelly, experto en encarnar a villanos repelentes), capaz de soltar perlas como “zorra de mierda” (¡ay, los liberales 80!) que pese a confiar en que morirá el último protagonizará la mítica escena donde Matrix confiesa ser un poquito mentiroso y tener un brazo malo… [aplausos]
Siguiendo el rastro de una llave de motel Matrix va al encuentro de Cooke, un boina verde negro (y es que también hay lugar para la paradoja en ‘Commando’) que disfrutará de las comodidades del mobiliario y dará pie a que nuestro héroe encuentre la localización de la isla donde Arius retiene a su hija. Y nada, que nos vamos de compras… escena antológica que hará babear a cualquier aficionado a las armas. Nos llevamos un hidroavión (ahora entiendo que la chica de la peli fuera azafata…) y a por Arius, Bennett y cualquier esbirro que se ponga por delante.
Una vez vemos a Bill Paxton como controlador aéreo #1, Matrix y Cindy llegan a la guarida de los malos. Schwarzie se pintarrajea su simiesco semblante, se calza los pertinentes ropajes de guerra y se carga él solito un arsenal que será empleado con gracia y salero para limpiar de mercenarios sureños una base militar que tiene como único objetivo proteger al villano. Gran despliegue de pólvora y humor que conocerá un intermedio donde Matrix, herido por la metralla de una granada, nos ofrece una impagable lección de bricolaje y jardinería que ni el patxi de Bricomanía… ¿Que te quedas sin armas ante un batallón de soldados? Nada nada, con un machete, una sierra circular y un rastrillo salimos perfectamente del paso. Agur, amigos…
Y llega ya el grand finale, donde tras encajarle sin demasiadas complicaciones un par de cartuchos de recortada a Arius toca enfrentarse al gran Bennett cuchillo en mano, no sin que éste amenaze antes a Matrix con pegarle un tiro entre los huevos. Lo que hay que oír. Eso sí, la peleíta de marras es una gozada que no desfallece frente al resto de la película.
Por otro lado no es muy creíble que un hombretón de casi 2 metros y 100 kilos de músculo tenga tantos problemas en deshacerse de un sádico fofo con cota de malla. Pues gana quien tiene que ganar, gracias a una cañería muy bien empleada que da lugar a si no la mejor (se hace difícil elegir) frase del film, sí la más chulesca: “Toma un baño de vapor, Bennett”
‘Commando’ es el reverso cachondo y megaviolento de ‘Rambo’, que sustituye honor y soledad por a-mi-hija-ni-tocarla-que-yo-he-sido-mucho-en-esto-del-ejército. Simpática, con un ritmazo que invita a verla repetidamente,
adecuadamente incongruente y tan fresca como en su día.
Debo decir que antes de que ‘Rambo’ me enamorara, mis hormonas se alteraron peligrosamente con este magnífico film de no menos magnífico póster; es que Schwarzenegger estaba más cachas que Stallone y la churrigueresca música de James Horner (flautas de pan, saxos, marimbas, percusiones a mansalva) me ponía más tonto que el refinamiento de Jerry Goldsmith. Uno era más bruto, menos sensible y abiertamente inocente. Así fue cómo se forjó una generación de gentes que no por alimentarse de films tan violentos como éste la emprendió a tiros con sus compis de clase. Supongo que en el fondo siempre supimos que ‘Commando’ era una comedia.
Dicen que ‘The Marine’ tiene un aire similar a este film, pero dudo que hoy en día se le parta el cuello sutilmente a un esbirro en un avión lleno de pasajeros y se encubra con algo tan tierno como “no despierte a mi amigo, está un poco cansado”.(texto propiedad de STARMAN, extraído de STARMAN MAGAZINE.
http://manstar.wordpress.com/2007/04/27/commando-suelte-usted-un-poco-de-vapor-desayunese-un-boina-verde-y-lance-a-irritantes-esbirros-por-despenaderos/